Si estás mal, ¡cuídate!

Parece una obviedad ¿verdad? Dieta sana, actividad física, adecuada higiene de sueño, son pilares fundamentales del cuidado del cuerpo que se refuerzan con escapadas al spa, rutas por la montaña, maratón de series, lecturas interesantes, conciertos estimulantes, deportes de aventura, incursiones culinarias, catas, salidas nocturnas, relaciones variadas, actividades en familia, … en definitiva, con diversas inquietudes y hobbies que alimentan nuestro bienestar emocional.

Pero el autocuidado es algo más que eso: implica una actitud de responsabilidad con nosotros/as mismos/as, comprometernos en hacer aquello que es beneficioso para nuestra salud cuando no estamos bien. Esto lo tenemos bastante interiorizado respecto a la salud física: si nos rompemos una pierna sabemos que la recuperación conlleva hacer ejercicios de rehabilitación que resultarán molestos o dolorosos. Nos hacemos cargo que si no los hacemos, tendremos muchas posibilidades a largo plazo de no volver a caminar bien y sufrir padecimiento.

Sin embargo, nos resulta más difícil aplicarlo al terreno de la salud mental. Pensar que cuando lo que más deseo es quedarme en casa con mi soledad sin que nadie me incordie, lo mejor para mí es salir y relacionarme con alguien, es complicado de asumir. Parece inconcebible aceptar, cuando estoy acelerado/a, que lo verdaderamente saludable es detenerme y dejar pasar, o que aparcar relaciones que me hacen daño es la opción más positiva para mi estado emocional. Y así, otras muchas circunstancias que nos crean malestar y cuyo afrontamiento requiere, como la rehabilitación de una pierna, determinación y cierto sufrimiento. Tampoco imagino que, a la larga, si no tomo las riendas de mi recuperación, la pena, la ansiedad, el pesar, la angustia, el duelo, la aflicción, la anhedonia, … pueden ir dejando huella, marcando mi estilo de vida y condicionando mi bienestar. 

Vemos como las personas nos «des-cuidamos» escondiéndonos tras muchas actividades, sustancias, comportamientos, relaciones, etc., intentando así evitar el esfuerzo necesario para hacer frente a lo que nos tortura, agota, estremece, irrita o desespera. ¿Qué familia no tiene un tío incapaz de aceptar que en la mayoría de las celebraciones (por no decir todas) se pasa con la bebida? ¿Quién no tiene un/a amigo/a que mantiene una relación tóxica y navega en la indecisión? ¿Cuántas personas conoces que se amargan la vida en el trabajo pero no se atreven ni a pensar en cambiar?

El compromiso de decidir hacer lo esencial para estar bien, aunque eso conlleve alguna dificultad, forma parte del autocuidado. Por ejemplo:

  • Si llevas varios días sin salir de casa, ve a dar un paseo.
  • Comparte tus sentimientos positivos y negativos, las emociones enterradas pueden salir a presión y explotar.
  • Si no puedes dormir bien, no tomes sustancias excitantes como café, té, alcohol, tabaco, etc., especialmente durante la tarde o al final del día.
  • Respeta tu cuerpo: aliméntalo bien, mantenlo activo y dale mimos.
  • Si una persona se enfada contigo, escúchala activamente y ponte en su piel para poder comprenderla.
  • Si quien te enfadas eres tú, sé consciente de que enfadarse es totalmente legítimo, aunque no lo es perder los estribos.
  • Procura estar aquí y ahora, rememorar el pasado y anticipar el futuro sólo te harán perder energía.
  • Comparte momentos con personas que te hagan reír y sentir bien.
  • Si una situación te hace sentir culpable, trata de hacer simplemente lo que esté en tus manos.
  • Identifica y registra tus emociones positivas, las negativas se hacen notar solas.
  • Si cometes fallos, perdónate.
  • Cultiva la paciencia para combatir la presión de la rapidez.  
  • Practica la autocompasión y el cariño hacia tí mismo/a, ya vale de flagelarse.
  • Si entras en bucle negativo, haz un esfuerzo por trabajar los pensamientos positivos, no llegan espontáneos.
  • Intenta mantener el sentido del humor, es un arma muy potente en el día a día.
  • Si no quieres o no puedes hacer algo, di NO, está permitido también para tí.
  • Concéntrate en una emoción positiva específica y haz algo para aumentarla.
  • Si sientes que la ansiedad se te está apoderando, es el momento de la relajación y la calma. Por sí misma, no se irá.
  • Pedir ayuda cuando hace falta no te hace débil. Es precisa  mucha fortaleza para enfrentarse a la propia incapacidad.
  • Si tu vida social está deteriorada, apúntate a una actividad grupal donde conocer gente.
  • Encuentra motivos para dar las gracias en lo cotidiano.
  • Alégrate si le pasa algo bueno a las personas que están a tu alrededor, te hará feliz.
  • Alégrate también si te pasa algo bonito a ti, te lo mereces.

¿Estás mal? pues ¡cuídate!!!! Si echas un vistazo en un tu entorno seguramente te darás cuenta de que muchas personas no siguen este mantra. ¿Eres uno/a de ellos/as?

Para María, que ha puesto la luz que ilumina este camino💜